martes, 8 de febrero de 2011

Siempre me quedará Espinete...

Ella siempre había sido una persona calmada, sosegada, tranquila...  siempre reaccionaba de una forma adecuada ante casi cualquier circunstancia, a veces, incluso, la tomaban el pelo con facilidad. Pero aquél día la vena de su cuello había decidido cobrar protagonismo de una vez, su cerebro había creado una rebelión, toda la rabia que había contenido a lo largo del tiempo estaba queriendo salir por cualquier orificio, poro o glándula que se lo permitiera. Esa situación había colmado su paciencia y su educación, y no podía quedarse callada ni de brazos cruzados ante aquello. No sabía qué hacer, si soltar toda esa furia contra el enemigo o dejarla contenida una vez más y que le explotase a ella en su interior, rompiendo todo aquello que se cruzase por su camino. No era un dilema fácil, perder un aliado así, alguien cuya relación nunca había sido fácil y que con el tiempo no mejoraba ni un ápice pero de la cual en determinadas ocasiones, no demasiadas, podía beneficiarse. Pero había llegado a un punto  en que no sabía si esa situación la compensaba, porque el desgaste y la frustración que la producía era tal... era una situación desesperante.  No quería personas así en su vida, la contaminaba demasiado.  Ella siempre tenía las mejores intenciones, le gustaba creer que era una buena persona, y en estas situaciones se sentía como un autentico ogro.  En su interior una mezcla de emociones se confundía tanto que no era capaz de distinguirlas completamente, pero intuía algo de enfado, rabia, también tristeza y decepción, quizá algo de frustración, desgana, en resumen, se sentía apagada, sin fuerzas, sin ilusión, y eso no podía permitírselo.  
Pero, ¿estaba siendo justa? ¿Realmente todo aquello era por esa persona o ese momento determinado o simplemente era una acumulación de estrés por cosas que no tenían nada que ver con el tema? En realidad siguió pensando que sí, y no creo que esa opinión le vaya a resultar fácil de cambiar. Hay personas que simplemente por su forma de ser desquician tanto que hay que apartarse de ellas, para que no nos envenenen, porque aquella tarde, ella pensaba que sólo con el contacto de su propia lengua podría morir intoxicada, que su cerebro empezaba a desprender un cierto olor a putrefacción, sus pensamientos habían sacado los dientes, y no tendrían ninguna compasión a la hora de morder, si distinguir a quién. Lo peor de todo esto es que siempre acaba afectando a quien menos lo merece...
Bueno, pues hasta aquí ha llegado la rallada mental de hoy

Besitos, algo amargos y punzantes los de hoy... pero no tengo problema en endulzarlos, si es necesario :D y prometo sacaros las espinas después, aunque como dice la canción: “tengo pinchos en la espalda, pero por delante no... para que cuando te abrace no te pinche el corazón" ^^ ahí queda eso (dr. Sapo – un erizo como yo)

MiKo

1 comentario:

  1. Te sorprenderias mucho si te dijera que conozco al verdadero espinete? bueno, es decir a la verdaderA espinete. Una entrada un poco turbadora, pero tu estilo sigue siendo estupendo.
    Y si, has acertado con la cancion de Don diablo... XD

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