jueves, 10 de febrero de 2011

Tan bonita, tan morena...

Se quedó hipnotizado con su boca, esos labios rojos y carnosos que siempre le parecieron tan apetitosos como inalcanzables. Haría casi cualquier cosa por un mínimo roce de esa boca con su piel, con su mejilla, y por qué no, con su boca. Soñaba con ese beso desde hacía tanto tiempo...  Subió un poco la mirada y se encontró con aquellos ojos negros, brillantes, como de cristal; podía ver reflejado en ellos su propia sonrisa, que por mucho que intentara controlar se le dibujaba en la cara. Sus miradas se cruzaron, ella sonrió... él se estremeció. Aquél rostro siempre le había enloquecido, esa cara redondeada, dulce, tierna... Sus mejillas sonrosadas que al sentirse observadas se tornaban en un tono rojizo, encendiéndose tanto como la pasión que él sentía dentro. Un mechón de pelo resbalaba por su cara, negro como el carbón y un poco acaracolado. Su larga melena siempre le había llamado la atención, se sorprendía cada vez con más frecuencia imaginando que sus dedos se perdían por ella, peinándola, acariciándola, era un pelo suave, aunque un poco rebelde y enredado. Se sentía estúpido pensando en esas cosas, ella nunca se fijaría en él. Era su diosa.  Querría abrazarla y sentirla por fin tan cerca que no supiese qué partes eran suyas y cuáles de ella, quería acariciar todo su cuerpo, hacerla temblar, transmitirla todo aquello que llevaba tanto tiempo sintiendo en su interior: una mezcla de cariño, ternura y pasión desenfrenada que le hacía volverse más loco por ella cada día. Ya no podía quitarse esa imagen de  la cabeza ni un instante, incluso en sus sueños aparecía ella, siempre tan perfecta, pero al menos durante un instante suya.

Y como siempre, escribiendo se me pasan canciones por la cabeza... ahí os dejo la de hoy :

Besitos de chocolate para todos
MiKo

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