domingo, 13 de marzo de 2011

Delirios a la hora de dormir

Quiero transformarme en ti por esta noche, ¿me dejas? Sólo será esta noche. Si quieres, te doy la posibilidad de que tú te transformes en mí. Así, podremos seguir  besándonos, acariciándonos, rozando nuestros cuerpos desnudos hasta que olvidemos por completo quiénes somos, dónde estamos o qué estamos haciendo. Nada más puede importar, ni siquiera el tiempo, que también parece detenerse. Dónde acaba un cuerpo y comienza el otro es un misterio que en este momento no me interesa resolver. Tu mano, mi mano, piel contra piel… espalda, cintura, pecho, pierna... ¿qué importa eso ahora? No es momento de pensar, sólo de sentir. Sentir que el cuerpo arde con el mínimo contacto, una explosión interior que te hace sentir especial segundo a segundo. Te estremeces de forma continuada e ininterrumpida.  Nunca antes te habías sentido tan vivo como en aquel momento. Deseo, quizá esa fuera la única palabra que pudiese acudir a su mente en ese momento, todo lo demás seguía sin importar. Ojos cerrados, respiración cada vez más sonora, los latidos del corazón a un ritmo prohibido por todas las leyes. Que el tiempo se parase sería lo mejor que podría desear. Si el mundo se destruyera un instante después no le importaría. Si, por el contrario, abriese los ojos y todo hubiese sido una ensoñación demasiado realista, no se sorprendería. Pero no, aquello era real, tan real como ella, tan real como cada rincón de su cuerpo recorrido por aquellas manos delicadas, cuidadosas y tiernas. No imaginaba otro momento que pudiese superar al instante que siguió a aquel pensamiento. Cuando su cabeza volvió en sí, de ese mundo paralelo, tan relajado y calmado, sin contenido posible, tan alejado de su mundo real, cuando los pensamientos intentaban volver a su cabeza, yacía tranquila, abrazada a un cuerpo que ahora, mejor que nadie, conocía todos sus secretos. No sabía si en un futuro se arrepentiría de lo ocurrido, pero no era el momento para pensar en eso, solo para disfrutar al máximo de todo aquello. Y por primera vez lo consiguió, se dejó llevar, dejando a un lado todos sus pensamientos, y escuchando un tic tac que no procedía de ningún reloj.

No suelo escribir cosas así, no suelo pensar cosas así, pero un momento de delirio lo puede tener cualquiera. Os dejo, la cama me espera. Un besito un poco más apasionado de lo habitual.
MiKo

No hay comentarios:

Publicar un comentario