domingo, 20 de marzo de 2011

Silbar un poco menos... vivir un poco más

Ruido. Se cuela por mis orejas y penetra hasta lo más profundo de mi cabeza. No se pierde ni un ápice por el camino, las ondas se propagan y todo llega íntegro hasta esa parte en la que siento cómo estalla la bomba. ¿Me habrá explotado la cabeza de verdad? ¿Voy a morir? Aún soy demasiado joven. Aún me quedan muchas cosas por hacer en la vida. Y así, no estando precisamente en las mejores condiciones posibles, me entra un autodebate existencial. A un lado del rin, vestido de rojo, un cartel que pone: CARPE DIEM. Del otro, y vestido de azul, mi conciencia. Es una ardua batalla, que lleva bastante tiempo desarrollándose dentro de mí, y que hasta ahora siempre ha conseguido ganar mi “Pepito Grillo” interior. Pero hoy, ahora, al pensar en cosas como que cualquier día puede ser el último, en si mañana tendré un accidente mortal o nos invadirá alguna catástrofe…  dudo de si tiene mucho sentido la idea que tengo de la vida. Sé que después de pensar en esto durante un rato, seguiré con mi vida de siempre, sin cambiar ni un milímetro, ni un segundo, de lo que suelo hacer o de lo que yo misma creo que es lo correcto. Y eso me fastidia. Me produce mucha rabia no poder cambiar, y a la vez me alegra. Porque no me gustaría hacer tonterías de las que pueda arrepentirme a largo plazo, pero a la vez no quiero perderme algunas buenas cosas de la vida. Porque quiero ser prudente y a la vez algo alocada, y eso es un poco difícil. Porque mi valentía está amordazada y atada a una silla, secuestrada por el miedo. La vida es tan sencilla, que yo me empeño día tras día en complicarla. Mi mayor enemigo: yo. Mi mejor arma de autodestrucción: los pensamientos. Porque en mi cabeza todo es más oscuro, más difícil, más triste… delo que en realidad es. Porque soy incapaz de dejar de distorsionarlo todo, de pasarlo por el filtro del negativismo. Y no me da la gana. Ha empezado la guerra civil. Desde hace un tiempo intento ser optimista, pensar en lo positivo de las cosas y no quedarme sólo con lo malo. Porque sé que hay muchas personas que son capaces de ver todo lo bueno que hay en mí, y en el mundo. Intento no pensar, escuchar el viento, la música o quedarme mirando al infinito disfrutando de un bonito paisaje. Disfrutar de pequeños momentos, sin que nada pase por mi cabeza. Y asombrosamente lo consigo, al fin soy capaz de poder vaciar mi cabeza y disfrutar de momentos maravillosos de la vida. Ahora toca dejarse llevar, enfrentarme al miedo, hacer lo que quiera en cada momento, no dejar que los pensamientos me bloqueen. Próximamente.

Últimamente escribo unas cosas un poco raras, no muy coherentes, sin conexión.  Creo que he dejado mi cerebro demasiado desprotegido, a veces los filtros hacen que estas cosas tengan mejor forma, pero bueno... ya volveré algún día a eso, supongo.

Besos. Muchos. Tengo tantos aún que se han quedado con las ganas de salir…
MiKo

No hay comentarios:

Publicar un comentario