domingo, 6 de marzo de 2011

Invisibilidad

Aquel día paseaba por la calle, como cualquier otro día. Era una chica un poco coqueta y, en el fondo, le gustaba cuando la gente le regalaba una mirada furtiva, intentando disimular, pero de la que ella se daba cuenta de sobra. Caminaba segura, radiante, con esa sonrisa que siempre estaba pintada en su preciosa cara. Una pierna, después la otra, y ese contoneo de caderas, sutil pero bastante insinuante.  Miraba de reojo a uno y otro lado, buscando personas a las que observar y por las que sentirse contemplada. Cada vez que pasaba delante de un escaparate, un coche o cualquier sitio en que pudiese reflejarse, se miraba, una y otra vez, para comprobar que seguía estando tan hermosa como cuando había salido de su casa, que todo estaba perfecto y en su sitio: el pelo colocado, la camiseta en su sitio y lo que había debajo también.  Todo esto de forma disimulada, no quería que la gente pensase que era demasiado coqueta mirándose en el reflejo de los coches a sí misma. Pero entonces, en aquel momento, al mirarse para comprobar una vez más su perfección... no vio nada. Pensó que quizá ese cristal tenía algo raro, así que decidió continuar, ya encontraría más cristales o espejos en su camino. Pero le ocurrió lo mismo en todos los sitios que se encontró a lo largo de su trayecto. Algo raro estaba pasando. Ni siquiera la gente que pasaba por su lado la miraba. ¿Habría perdido todo su encanto? No, aquello era imposible, tenía que haber otra explicación... y, efectivamente, la había. Se había vuelto invisible. Algo que todo el mundo ha deseado alguna vez en la vida, incluso ella… por un momento, pensó todas las cosas que podría hacer sin ser vista: robar cosas caras que siempre quiso tener, espiar a algunas personas por las que siente curiosidad sobre qué harán en determinados momentos, pasar desapercibida por los sitios... no, eso último no la gustaba, prefería sentirse observada, ser el centro de atención. Pero de momento, hasta que todo volviera a la normalidad decidió disfrutar, al menos por un momento, de la tranquilidad. Estar rodeada de gente que no la podía ver era como estar en una isla desierta, en medio de un bosque o en un lugar recóndito del mundo, pero sin tener que hacer un largo viaje y también sin aquellas vistas bonitas, pero al fin y al cabo era su momento, para ella sola, sin compartirlo con nadie, sin tener que preocuparse por lo que pensaran o dejaran de pensar los demás. Se sintió extrañamente bien, era una sensación nueva y gratificante. Pensó en cuándo volvería a su estado natural, quería disfrutar de aquello lo máximo posible. Finalmente, después de tanto tiempo, se dio cuenta de que había cosas en su interior que jamás había sentido, voces que nunca se había detenido a escuchar, se sintió llena y no solamente un ser superficial. Y de repente, en cuestión de segundos, todo volvió a ser como siempre, como si aquellos últimos minutos no hubiesen ocurrido. A veces lo recuerda como algo lejano, difuso, quizá un sueño del que no recuerda bien los detalles... pero ahora sabe que no tiene que preocuparse tanto por su apariencia, al menos no sólo por eso, porque hay algo mucho mejor escondido allí dentro, en algún lugar de su interior, y que hasta entonces nadie, ni siquiera ella, había podido disfrutar.

Esta vez va sin filtro, no me apetecía releerlo para ver cómo quedaba (sí, es domingo... es lo que hay)

Besitos invisibles (no se ven, pero se sienten)
MiKo

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